5 de Diciembre 2012
Eran las 5:30 de la mañana, ese día cielo estaba oscuro
mientras por entre las nubes empezaba a aparecer rayos de color anaranjado
preparado para dar comienzo a un nuevo día, muchas personas ya despiertas, se
preparaban para un nuevo día de trabajo, otras para ir a estudiar y entre ellas
estaba Isabella Swan, poniéndose de pie mientras se desperezaba por un buen
rato, sentía que hoy iba a ser un día especial no por nada un día antes había
dejado que sus ondas castañas se convirtieran en rizos para no perder tiempo al
otro día, desayunó tranquilamente junto a su hermanastra menor Jessica,
platicaban sobre la fiesta que iban a dar en su casa cuando llegara viernes ya
que sus padres de iban de viaje y no regresaban en algunos meses.
-Creo que será mejor que no invitemos a muchas personas, ya
sabes cómo es tener que limpiar todo solo nosotras dos – dijo Bella mientras
llevaba una cucharada de cereal con leche a su boca.
- Lo sé, pero una fiesta no es fiesta si no hay más de 100
invitados – contraataco Jessica. Ellas eran conocidas por las grandes fiestas
que solían dar, todo valía la pena cuando se trataba de eso.
En el reloj dieron las 6:15 de la mañana y ellas salían
presurosas de su hogar y con la bendición de sus padres empezaron el día. Caminaban
hacia la estación del bus, donde este no tardó en llegar pero sí tardó en
llegar a su destino, con solo unos minutos para que las clases dieran comienzo;
las hermanas, cada una por su camino, tuvieron que correr para llegar a tiempo.
- Pensé que no ibas a venir – le dijo su amiga Rosalie a Bella
mientras le daba un abrazo. Rosalie era, como muchos hombres pensaban, un sueño
inalcanzable: alta, rubia, sus ojos azules y con un sentido de la moda súper
desarrollado. Muchas que no la conocían profundamente la juzgaban porque era
orgullosa, arrogante y tenía un deje de superioridad. Isabella todavía no había
comprendido como es que una chica como Rosalie había querido ser amiga de
alguien como ella.
- El bus se ha demorado pero ya estoy aquí – dijo Bella
mientras se sentaba en uno de los pupitres alado de su amiga.
- ¡Quiero que ya sea viernes! Estoy muy ansiosa- Rosalie
susurraba a su amiga, emocionada. Bella solo atinó a sonreír y poner atención a
la clase ya empezada.
El tiempo se había pasado volando, cuando se dieron cuenta
ya era viernes y sus amigas habían acudido después de clase para ayudarla a
arreglar su casa. Su casa estaba ubicada en Bellevue, Seattle y no era ni muy
grande ni muy pequeña, bueno eso era lo que Isabella pensaba, ya que sus amigas
le habían dicho que vivía como una reina pero también sabían que al abrir la
puerta siempre sentirían el calor de hogar que a muchas de esas grandes casas
les hacía falta.
- Bells, invité a unos amigos de otra universidad– dijo Alice
su otra amiga, era pequeñita aunque muy hiperactiva, su cabello era corto y
negro y sus ojos de un gris profundo– espero no te importe.
- ¡Claro que no! – dijo Jessica ingresando a la sala –
Mientras más mejor – y de la misma forma en la que entró, desapareció para
seguir escogiendo la música con sus amigas. Jessica era muy dinámica, introvertida
y por así decirlo, era popular en la Universidad por ser la chica que pasaba en
cama de cualquiera cada semana, muy distante a su hermanastra, Jessica se creía
la reina del mundo y alardeaba de tener dinero, por supuesto que tenía amigas,
una de ellas era Laurent, que era igual a Jessica o aún peor, y Ángela que era
lo opuesto a ellas dos, Isabella se llevaba mejor con la última y no era tan de
su agrado Laurent, que siempre la miraba como si reprochara la existencia de
Isabella.
Los muebles habían desaparecido de la gran estancia mientras
se llenaba de chicos estudiantes dispuestos a pasar la mejor noche de sus
vidas, el mesón que daba a la cocina se había convertido en un bar en el que
muchos disfrutaban, las luces de colores estaban por todo el lugar, una máquina
que producía humo estaba ya en funcionamiento y el DJ había empezado ya con la
música. No paraban de llegar personas conocidas y unas que no tanto, no
importaba ya, siempre y cuando se diviertan y dejen divertirse.
- Mis amigos han llegado Bells, ¿me acompañarías a verlos? –
le dijo Alice. Bella estaba en ese momento bailando mientras tomaba de una
mezcla de vodka y jugo de naranja de su vaso, dejándose llevar por la música.
- Con mucho gusto – dijo Bella dando un trago final a su
bebida.
Iban abriéndose camino por todas las personas del lugar, Isabella
observaba que en una esquina había una
pareja besándose, no tardó en darse cuenta que era su amiga Rosalie con un
chico que en su vida jamás había visto, era alto y muy fornido, parecía un oso
además que era demasiado guapo, no pudo evitar reírse un poco, su amiga no
dejaba escapar nunca a un chico como ese.
Ya fuera de su casa ausente todavía en sus pensamientos Isabella
no había caído en cuenta que Alice estaba platicando muy a gusto con dos
chicos, uno de ellos era alto, de una tez blanca como la luna y de ojos verdes
cual bosque prohibido mientras que su acompañante era un poco más bajo pero no
por eso dejaba de tener una gran estatura, rubio con algunos churos y de ojos
color miel
- Bella! Ven, te quiero presentar a mis amigos – dijo Alice,
haciendo que Bella apartara la vista del primer hombre para ponerla en su
amiga, Bella con pasos un poco vacilantes se acercó hasta ellos – Mira te
presento, él – dijo mientras señalaba al rubio- se llama Jasper, es primo de
Rosalie.
- Mucho gusto – dijo Isabella Swan mientras se acercaba a
darle un beso en la mejilla, poniéndose de puntitas para hacerlo. Jasper solo
sonrió con educación.
- Y él – dijo Alice mientras señalaba al chico cobrizo – se
llama Edward – la castaña se acercó para saludarlo de la misma forma que lo
hizo con el otro chico, lo que no se esperaba era sentir una corriente
eléctrica en su mejilla mientras saludaba a Edward, esto la hizo separarse
rápidamente para después sentir un cosquilleo en aquella parte. Se quedaron de pie sin decir ni una palabra
mientras se miraban a los ojos, no habían caído en cuenta que sus otros amigos
habían continuado con la plática.
- ¿Por qué no vamos a otro lugar y dejamos a los tortolos
juntos? – dijo Edward a Isabella con una sonrisa de lado.
- Si, ven sígueme – ella lo guio por un lado de la casa para
llegar al patio trasero, habían personas sí, pero no tantas y ahí podrían
conversar mejor - ¿Por qué les dijiste tortolos? – preguntó curiosa. En todo el
tiempo que se conocía con su amiga no la había visto con ningún chico.
- Porque están enamorados uno del otro desde que estaban en
primaria, pero jamás han tenido el valor para decirse y fingen amistad cuando
hay amor – le explicó Edward sentándose en el pasto alado de un árbol, la
castaña lo siguió sentándose con las piernas extendidas. - ¿Estudias con Alice?
– formuló Edward
- Si, estamos en la misma clase – dijo un poco tímida
tratando de ser cordial. No dijeron nada más durante un buen rato, pero no se
sentía como el típico silencio incómodo, ese era todo lo contrario y Isabella se
pudo relajar un poco, bajó la mirada y observó como el chico que estaba a su
lado empezaba a desojar el césped, partiendo en la mitad las hojitas con una
pequeña rama que se había caído del árbol, lo observó durante un buen tiempo
parecía que no se aburría de hacer lo mismo y lo mismo con cada hojita. Edward
sintió la mirada de Isabella en él así que dejó lo que estaba haciendo y
recogió sus piernas apoyando la espalda en la corteza del árbol.
- ¿Qué edad tienes? – le preguntó Edward
- 18 – respondió automáticamente Isabella Swan
- Todavía una señorita – le dijo Edward y Bella sintió como
sus mejillas se ponían rojas- Te ves muy bonita sonrojada – le alagó el
cobrizo, lo que la hizo ponerse aún más roja de lo que ya estaba – yo tengo 20
años. – lo dijo con una media sonrisa que lo hizo ver aún más simpático. Bella
se sentía ofuscada, nunca antes un chico como él le había hablado mucho menos
tratado de coquetearle.
De pronto el cobrizo
cambió su postura parecía que estaba tenso y un poco incómodo, Bella siguió la
mirada de Edward para encontrarse con una rubia despampanante, parecía una
modelo sacada de una revista, pegada mucho a un chico; Isabella no entendía que
estaba pasando así que lo dejó pasar.
Y entre conversas van y conversas vienen, Edward e Isabella
empezaron a tener un poco de confianza, pasaron toda la noche entre risas que
no se dieron cuenta que ellos eran los únicos que quedaban de la ya acabada
fiesta, Edward se levantó primero y después ayudo a Isabella a hacerlo, fueron
caminando hasta la entrada principal donde se despidieron con un beso en la
mejilla. Isabella estaba a punto de traspasar el umbral de su puerta cuando
sintió como tocaban su hombro, se dio la vuelta encontrándose con los ojos verdes
de Edward.
- Emm, no sé si te gustaría pero talvez ¿quisieras ir al
cine algún día? – Edward no sabía lo que le estaba pasando, él nunca se había
puesto nervioso al contrario, él ponía nerviosas a las chicas.
- Me gustaría mucho – respondió Isabella con una sonrisa en
sus labios lista para entrar a su casa.
- Todavía no se tu nombre- Edward volvió a actuar como el
seductor que era, mostrándole su media sonrisa arrebatadora de suspiros,
Isabella se sonrojó de nuevo, ¿Cómo había sido tan tonta que ni si quiera le
dijo su nombre?
- Isa...Isabella, bueno Bella – le dijo nerviosa.
- Bella, hasta la próxima – dijo Edward acercándose muy
lentamente hacia los labios de Isabella, pero por el momento no era su
propósito besarla en esa parte, cambió un poco de dirección para dejarle un
beso en la comisura de su boca y dio la vuelta dispuesto a irse.
Cuando se hubo desaparecido de la vista de Bella, ella
todavía seguía parada en la puerta de su casa con sus dedos tocando el lugar
donde Edward había dejado su beso, le cosquilleaba un poco, una brisa fría de
invierno la trajo a la realidad y rápidamente entro a su casa donde sin saber
cómo, había llegado a su habitación. Estaba aturdida, era obvio, lo que no se
explicaba era por qué se sentía así, es cierto que antes había salido con un
par de chicos pero ninguno de ellos le había dejado esa sensación, con eso
todavía en mente Bella se dispuso a dormir.
12 de Diciembre 2012
Isabella no paraba de correr de un lado a otro, estaban
estudiando para los exámenes parciales y necesitaba una gran cantidad de libros
para así poder tener una nota decente, sus amigas la miraban como corría, les
desesperaba tanto la actitud de la castaña. Esa noche se habían reunido todas
en casa de Rosalie para según ellas hacer una noche de estudio pero la que se
mataba estudiando solo era Isabella.
- ¿Bella enserio crees que se te va a quedar todo eso en una
sola noche? – preguntó Rosalie mientras estiraba su mano derecha para mirarse
las uñas, necesitaba hacerse la manicura urgentemente.
- Creo que será lo básico, veremos mañana – suspiró Bella.
Alice mientras tanto salía de la cocina con un sándwich en sus manos, dos pares
de ojos la miraron asombradas ya que en lo que iba la noche, ese era su cuarto
sándwich.
- ¿Qpffe? – dijo Alice mientras daba un gran mordisco, a
pesar de ser menudita le entraba cualquier cantidad de comida. Isabella solo
sonrió y siguió estudiando, de repente sintió que su celular vibraba una y dos
veces indicando un nuevo mensaje.
“Bonita, espero te
vaya bien mañana. Sé que tú puedes hacerlo bien.
Pd: No te desveles
estudiando.”
E.C
Una sonrisa
boba cruzó por el rostro de Bella, le encantaba esos mensajes inesperados de
Edward desde que se habían conocido. Todavía recordaba lo bien que se habían pasado
la vez que salieron
10 de Diciembre 2012
-
Hola Bella – susurraron detrás de ella. Un escalofría recorrió toda su columna
vertebral, conocía esa voz y desde hace días que esperaba volverla a escuchar.
-
¡Edward! – la castaña se dio la vuelta para poder saludarlo, error, él estaba
tan cerca de ella que sus labios quedaron a milímetros de distancia, respiraban
el aliento del otro y sus miradas estaban en los labios del otro. Algo hizo
click en la cabeza de la castaña que retrocedió unos pasos – es bueno volverte
a ver – le dijo un poco sonrojada y con una sonrisa, el cobrizo parecía
disgustado quería besarla pero ella no se lo permitió, puso su mejor sonrisa
para poder disimularlo.
-
Es bueno volverte a ver a ti también Bella, ven vamos ya compré las entradas –
dijo Edward
-
Entonces yo compraré las palomitas – Edward no esperaba que ella le dijera eso,
él era siempre el que pagaba todo, él era un caballero. Esperó hasta que Bella
iba a pagar y se lo impidió.
-
No lo permitiré, yo te invité así que es justo que yo pague – le dio la tarjeta
de crédito al vendedor. Isabella lo miró con mala cara, estaba enojada.
-
Yo invito la próxima vez, ¡sin peros! – se apresuró a decir la castaña viendo
como Edward iba a refutar
-
¿Va a haber una próxima vez? – dijo Edward con tono seductor mientras le
sonreía de medio lado. Isabella se sonrojó pavorosamente mordiéndose el labio,
Edward solo se rio, una risa natural, fresca, que a Bella le pareció el sonido
más bonito que había escuchado. – ¡Claro que la habrá! – dijo Edward mientras
cogía las palomitas.
Una
vez dentro de la sala, fueron a sus asientos esperando que la película comience,
no había nadie, estaban solos en la sala. Había pasado ya una hora, Bella
estaba tan sumida en sus pensamientos que se sobresaltó cuando un puñado de
palomitas se estrellaba en su rostro, miró mal a Edward y este solo se reía lo
que no se esperaba es que Bella le
lanzara un puñado también, y lo que empezó en una guerra para Edward Cullen,
terminó en perdida para Isabella Swan; Edward había cogido todo el bote de
palomitas y lo puso en la cabeza de Bella, haciendo que cayeran todas al suelo,
dentro de la ropa de Bella y quedándose algunas en su cabello.
Isabella rio por lo bajo ante ese
recuerdo, en la noche cuando había llegado a casa se fue a la ducha y encontró
palomitas en lugares donde nunca deberían estar.
- Creo que me iré a dormir, ¿vienes Bella? – Rosalie dijo
mientras cerraba el libro de Historia que tenía en la mano.
- Si, enseguida voy – dijo la castaña dándose cuenta que no
había estudiado nada, dio una rápida lectura a su cuaderno de anotaciones
maldiciendo por lo bajo a Edward por haberla distraído, aunque él no tenía la
culpa.
Eran las dos de la mañana y Bella ya se estaba durmiendo
encima de sus cuadernos, dejó todo como estaba y se fue a la habitación de
Rosalie a dormir. Esa fue la primera noche que Isabella Swan soñó con Edward
Cullen.
24
de Diciembre 2012
“Bonita, estoy abajo de tu casa ya sal”
E.C
Isabella puso su sonrisa más tonta
al leer ese mensaje, su corazón latió desembocado ese chico le estaba empezando
a gustar y tenía mucho miedo de lo que llegaría a pasar si lo empezaba a
querer. Se arregló todo lo que pudo, aunque no era mucho, y bajó las escaleras
rumbo al auto que estaba estacionado enfrente. Abrió la puerta y ahí estaba él,
apoyado en su auto esperándola con una sonrisa, Bella le sonrió de vuelta y se
encamino a su encuentro. Edward la saludó en la mejilla haciéndole cosquillas
con la poca barba que ya le estaba empezando a crecer.
- Cierra los ojos – le dijo el
cobrizo emocionado – y no los abras porque me enojo. Confío en ti.- Isabella
hizo lo que le dijo, cerró sus ojos y espero un momento mientras escuchaba
alguna puerta del auto cerrarse, lo sintió volver y ponerse frente a ella. –
Ahora sí, ábrelos. – le dijo Edward con una enorme sonrisa. Ella los abrió y se
sorprendió al encontrar un pequeño, pero con mucho significado, regalo. – Es tu
regalo de navidad.
- No tenías que molestarte Edward –
y cabizbaja, sonrojada y muy retraídamente le dijo- yo no tengo nada para ti. –
se sintió la mujer más mala del mundo, él le había dado un regalo, por navidad
y ella no se le había ocurrido hacerle nada.- perdón.
- No tienes por qué disculparte, lo
que hice, lo hice porque me nació hacerlo y me reconforta mucho – le dijo el
cobrizo sin inmutarse por lo sucedido – ahora, cierra otra vez tus ojos. –
Isabella los volvió a cerrar un poco indecisa pues no sabía ahora que le tenía
preparado el cobrizo. Por otra parte Edward se sentía muy confundido, esta
chica había entrado en su vida tan rápido, había hecho un espacio en su corazón
que muy pocas personas se lo habían ganado, su personalidad, su esencia, su
magia lo eran todo para él, y no dejaría que nadie se la arrebatara de su lado.
La observaba en silencio,
memorizando cada parte de su rostro, la forma en la que se mordía el condenado
labio, la forma en la arrugaba su frente o lo serena que se veía cuando dejaba
de hacerlo, no lo pensó dos veces y se acercó raudamente a sus labios y los
estampó con los suyos; él se sentía en el cielo, por fin sentía esos labios que
lo habían tentado millones de veces, y ella no sabía qué hacer, abrió los ojos
ante tal acto, sus labios estaban en sus labios, sentía millones de mariposas
en su estómago, pero sabía que era muy pronto para ese beso, suavemente puso su
mano en el pecho de Edward y lo separó.
- Me tengo que ir Edward, hasta
luego – le dio un beso en la mejilla y se fue la muy cobarde. Estaba muy
nerviosa, Edward a había besado, sintió cosquillear sus labios y los tocó,
seguro estaba sonrojada, respiraba agitadamente y las mariposas en su estómago no se iban
todavía, con una sonrisa de oreja a oreja subió a su dormitorio antes de que su
hermano saliera a ver lo que pasaba.
Edward la vio partir, sonrió para
sus adentros, le había robado un beso y eso era lo que valía, muy pagado de sí
mismo entro a su auto y se tocó los labios, todavía sentía los de ella sobre los
suyos, sentía como se amoldaron perfectamente como si fueran hechos los unos
para los otros, y con una sonrisa encendió el auto y se fue, con la promesa de
que iba a volverle a robar besos una y
otra, y otra vez.